8h 23m
ANTONIO (ED.) BELLELLA CARDIEL
La Iglesia y la vida consagrada transitan hoy por la difícil senda de un largo crepúsculo que anuncia la noche y precede a un día nuevo. En esta especie de opacidad prolongada les alumbra la fe y les sostiene la esperanza. Para la tradición cristiana la esperanza es una virtud teologal que muestra su eficacia en la cotidianeidad: un acercamiento específico a la penumbra existencial desde la óptica de Dios. Esperar no es, pues, un sueño quimérico, un delirio de ingenuidad, un último recurso, un autoengaño, una salida de emergencia o una consolación inútil. Esperar es entretejer itinerarios, aventurarse dinámicamente a recorrer rutas y senderos aún desconocidos.
```