Descripción
Desde tiempo inmemorial conocida es los grandes milagros de la Virgen María bajo la advocación de Nuestra Señora de África, cuya imagen fue donada por el Infante portugués Enrique en 1421, de la cual era muy devoto, y que sería apodado después de su muerte como «El Navegante». El Navegante quiso llevar consigo la imagen de Nuestra Señora de África en sus travesías marítimas para encomendarse a su protección. En uno de sus viajes, el Conde de Novales partió con un convoy hacia el norte de África. En medio de una violenta tormenta en alta mar, la tripulación vio una luz brillante que se acercaba a ellos. Cuando la luz se desvaneció, apareció la figura de la Virgen de África, quien les prometió protegerlos. Milagrosamente, el convoy logró llegar a salvo a su destino, convirtiendo esta experiencia en un testimonio de fe y devoción hacia Nuestra Señora de África.